Dedicado a mi gran amiga María Isabel Santos Padilla. QEPD
La madre del decoro, la savia de la libertad, el
mantenimiento de la república y el remedio de sus males es, sobre todo lo
demás, la propagación de la cultura.
José Martí
Cultura
y Desarrollo
La cultura de nuestro país es un mosaico de tradiciones, expresiones
y herencias étnicas. Es un proceso
sustentado en los pueblos indígenas, las tradiciones europeas traídas por los
conquistadores y por las migraciones, sin olvidar a las diversas comunidades
que se han asentado a lo largo y ancho del territorio nacional.
La cultura en pocas palabras es parte de la
esencia del mexicano, su modo de vida, donde convergen los más variados elementos;
modernos, los cuales adaptamos de
culturas como la norteamericana, la europea, y la urbana que se gesta en las
colonias de las ciudades; los antiguos, basados en las costumbres
precolombinas, las implementadas en la conquista y colonia, las autóctonas
provenientes de las diversas minorías étnicas; los reciclados, con los que convivimos todos los días, que se
trasmiten como parte de movimientos novedosos entre los grupos sociales, se
retoman elementos de diversas épocas y lugares y se reutilizan nuevamente.
El orgullo de ser mexicano tiene su raíz en la
cultura, la etnicidad y estilo de vida, es
un elemento de identidad nacional que nos hace únicos, sus matices, su multitud
de expresiones y de rasgos artísticos en las diversas áreas forman parte de una
cosmovisión que ha servido de brújula en el proceso histórico que compartimos.
Esta expresión incluye los sentimientos regionales, las tradiciones y
costumbres, sin dejar atrás la cultura y contracultura urbana. Es una
manifestación social que lleva en sus células la información, habilidades y
destino histórico de una nación.
La necesidad de apostar por un proyecto
nacional integral es latente, que sea producto de la evolución cultural y
política de la sociedad, que se expresa en las necesidades cambiantes y se
organiza de nuevas formas. Esta evolución se da mediante el sentimiento de
unidad alrededor de un propósito, donde es necesaria una dinámica de
organización, revisión y reorganización para no frenar el desarrollo que
necesitamos.
Dentro del amplio panorama de la cultura y el
conocimiento se debe tomar en cuenta la mejora continua de los sistemas de
aprendizaje, la necesidad de más conocimientos económicos, sociales y de
organización para poder sustentar políticas públicas que se dirijan al fomento
cultural y a la generación de conocimiento.
En los últimos años hemos sido testigos de
distintas aperturas en cuanto a los diálogos y canales de comunicación entre
gobernantes y gobernados. Esta nueva dialéctica está apoyada por las emergentes
redes sociales que se fortalecen por las necesidades de expresión de los
individuos.
Solo hay que recordar el caso de la
revolución egipcia del 2011, que comenzó con los descontentos expresados en las
redes sociales de internet y que se tradujo en movilizaciones y el fin de un
régimen. Las nuevas revoluciones se dan de manera cultural, en base a
conocimientos y modernas técnicas de comunicación, por lo que es necesario
poner atención a esta forma de organización social que se levanta de manera
apresurada con la finalidad de consolidarse como un elemento más para tomar en
cuenta en la agenda política nacional.
A pesar de este desarrollo cultural, social y
político, donde la información fluye a
caudales quedan pendientes respuestas a muchas cuestiones como lo son; ¿Qué
hacemos por la Justicia Social?, el respeto al orden Jurídico, la pérdida de
identidad, la división y polarización y la baja calidad de vida del grueso de
la población. No podemos negar que hay años perdidos de desarrollo, pero hemos
hecho el trabajo de ver hacia dentro de nosotros y evaluar nuestro proceso
histórico para mejorar y poner en la agenda lo que realmente es importante y no
urgente.
Muchos de los problemas de México podemos
coincidir que tienen un origen cultural, donde olvidamos los valores cívicos y
los confundimos con valores religiosos. La cultura así como la educación
comienzan en casa, donde podemos fomentar la lectura, valorar y amar el
trabajo, respetar a nuestras familias y a cada integrante de la sociedad en la
que nos encontramos, teniendo amor al país que nos vio nacer y nos vera morir.
La problemática social se atiende con la suma
de cultura y conciencia, esta da como resultado educación de calidad, la cual
multiplicada por la legalidad da como producto el bienestar y el progreso.
El fenómeno multicultural es el producto de
las ideas, paradigmas y órdenes emanados de una fuente de conciencia colectiva,
en la que son depositadas un sin fin de conceptos distintos sobre la sociedad,
el estado, la política, la riqueza, la religión y demás elementos que conviven dentro
de la realidad. Un factor determinante es el flujo masivo de información así
como las migraciones y la nueva convivencia social en la que estamos inmersos.
También los actos nocivos se reproducen
mediante la cultura que nosotros heredamos a nuestros hijos. Cada uno de
nosotros establecemos las diferencias en el orden social, fomentamos la
subversión de aspiraciones que atienden a principios que vulneran el progreso y
la paz social.
Un nuevo elemento a considerar es la tecnología,
que ha pasado a ser parte de nuestras vidas hasta el punto de convertirse una
necesidad, donde se ha creado una dependencia de ella en el trabajo, escuela,
en la casa e incluso hasta en el ocio.
En este momento la brecha tecnológica con los países desarrollados ha
disminuido de manera considerable ya que podemos ver que una buena parte de la
población del país cuenta con celulares inteligentes, computadoras personales o
minis y dispositivos de última generación que a final de cuentas se utilizan
para mantenerse comunicados.
La soledad que no es un rasgo exclusivo de
los mexicanos hace que la gente busque nuevas formas de socialización que se
traducen en expresiones y van formando parte de la cultura.
Hay que tomar en cuenta que una sociedad
multicultural no es necesariamente una sociedad fragmentada, como lo quieren
hacer ver ciertos grupos políticos y religiosos, básicamente la derecha, que se
han encargado de polarizar y fragmentar a la sociedad.
Este maravilloso país, que contiene un
mosaico multicultural tan inmenso como el mar o como la sonrisa de un niño,
tiene el reto de no deshacerse de su identidad nacional, que va más allá de
productos promocionales o mercadológicos. Es una prioridad retomar el sentido
de la nación, con el respeto y tolerancia que requieren todos los individuos
que formamos parte del estado y que depositamos en el parte de nuestra libertad
para salvaguardar nuestros derechos y paz social.
Cada uno de nosotros tenemos el deber y obligación
de aportar un grano de arena en la nueva construcción de los pilares del país. Son los valores, la unidad familiar, el
respeto, el trabajo duro y la solidaridad de la comunidad lo que debemos poner
en nuestras agendas personales.
La cultura y el conocimiento son la sonrisa
que brilla y trasciende en todos lados, evitan la corrosión social que enferma
medularmente la base de nuestra sociedad: La Convivencia.
La
cultura es un saber del que uno no tiene que acordarse, fluye espontáneamente.
DIOGENES
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