lunes, junio 22, 2009

Neruda


PABLO NERUDA
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto mas conocido por Pablo Neruda.
Nació en Parral, 12 de julio de 1904 cerca de Santiago de Chile y murió el 23 de septiembre de 1973.

Poeta, Político, defensor y exiliado debido a las persecuciones en su país natal. Estuvo en Argentina, España, México, Francia, EU, donde siempre escribió bajo circunstancias difíciles lo cual le da ese toque melancólico a su obra.

Canto General es su décimo poemario, publicado por primera vez en México D.F., en los Talleres Gráficos de la Nación, en 1950. Esta obra la comenzó a componer en 1938. La edición original incluyó ilustraciones de los muralistas mexicanos Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Esta obra consta de quince secciones, 231 poemas y más de quince mil versos. Obra ambiciosa, pretende ser una crónica o enciclopedia de toda Hispanoamérica. Según sus propias palabras era la parte central de su trabajo artístico.

La frontera
Lo primero que vi fueron árboles, barrancas decoradas
con flore de salvaje hermosura,
húmedo territorio, bosques que se incendiaban,
y el invierno detrás del mundo, desbordado.
Mi infancia son zapatos mojados, troncos rotos
caídos en la selva, devorados por lianas
y escarabajos, dulces días sobre la avena,
y la barba dorada de mi padre
saliendo hacia la majestad de los ferrocarriles.
Frente a mi casa el agua austral
cavaba hondas derrotas, ciénagas de arcillas enlutadas,
que en el verano eran atmósfera
amarilla por donde las carretas crujían y lloraban,
embarazadas con nueve meses de trigo.
Rápido sol del Sur:
rastrojos, humaredas en caminos de tierras escarlatas,
riberas de ríos de redondo linaje,
corrales y potreros
en que reverberaba la miel del mediodía.
El mundo polvoriento
entraba grado a grado en los galpones,
entre barricas y cordeles,
a bodegas cargadas con el resumen rojo del avellano,
todos los párpados del bosque.

Me pareció ascender en el tórrido traje del verano,
con las máquinas trilladoras, por las cuestas,
en la tierra barnizada de boldos,
erguida entre los robles, indeleble,
pegándose ne las ruedas como carne aplastada.

Mi infancia recorrió las estaciones:
entre los rieles, los castillos de madera reciente,
la casa sin ciudad,
apenas protegida por reses y manzanos de perfume indecible,
fui yo, delgado niño c
uya pálida forma se impregnaba
de bosques vacíos y bodegas.

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